Cuento (alternativo) de navidad 2023

CUENTO (alternativo) DE NAVIDAD - 2023

Advertencia: este contenido puede resultar sensible (es decir, con capacidad para hacer sentir) para personas a las que la navidad les supone más una obligación que una devoción. Las hay que lo viven así, que se duelen, que las sufren, que no quieren participar de los mandatos sociales. De la mano de Marina, la inquieta protagonista del cuento del año pasado, volvemos a adentrarnos en Falsía y en la Tierra de Lux para descubrir los recovecos emocionales que tienen estas fiestas tan entrañables. ¿La acompañamos?

¡EXTRA! ¡EXTRA!: “¡Han secuestrado el espíritu navideño!”.

¡ESCÁNDALO!: “El gobierno pretende prohibir la alegría en navidad”. 

Los jóvenes vendedores de periódicos repetían a voz en cuello los titulares de las portadas en calles y plazas de pueblos y ciudades.

Marina ha crecido, tiene un año más y entiende mejor el mundo adulto. Y a la vez, mantiene intacta su curiosidad, su capacidad para hacer preguntas y su perseverancia para buscar las respuestas que los adultos no son capaces de darle.

– Ya estamos como todos los años, metiendo el miedo en el cuerpo a la gente.

– Sí, como siempre; que nos dejen celebrar la navidad tranquilos, no hacemos daño a nadie.

Mientras, caminaban hacia la zona comercial de la ciudad en busca de las primeras compras navideñas, su padre y su madre intercambiaban estas frases con el hastío de quien lo repite año tras año. 

Pero Marina se sentía inquieta, tanto por las voces de los repartidores de prensa como por el desinterés que mostraban su madre y su padre. Y pensaba: “si cada año se repite lo mismo, ¡puede que algún año se acabe cumpliendo…!”.

Recordó las preguntas que se hizo el año anterior y cómo su mamá y su papá no supieron darle respuestas convincentes, por eso esta vez descartó compartirles sus inquietudes. Y se empezó a impacientar porque recordó el consejo que le regaló su hada de fuego en el pasado: “Puedes entrar en tu libro de viajes favorito, seguir la estela de una luz de antorcha y viajar a la Tierra de Lux a vivir la navidad como tú quieras vivirla”.

– ¿Falta mucho? ¿Cuánto queda?

– Marina, hija, acabamos de llegar. ¿Qué te pasa?

– Me aburro, me quiero ir a casa.

– Eso lo dices siempre. Pero si estamos en el centro comercial, ¿no ves qué de cosas chulas hay por aquí? Anda, ven que te compre unas chuches y así te entretienes.

La lluvia de luces, melodías navideñas y azúcar activaron aún más su inquietud. Pero ella ya había aprendido trucos fáciles para los días duros y se refugió en su fantasía para imaginarse qué pasaría si realmente alguien secuestrara el espíritu navideño o si los políticos metieran sus narices en la navidad. ¿Por qué eso causaba tanta alarma en Falsía, el lugar donde ella habitaba? ¿Y por qué los adultos no se lo tomaban en serio? 

Marina no era capaz de imaginarse una navidad sin el frenesí de regalos, compras, comidas infinitas… Ni tampoco cómo afectaría a la gente adulta que le rodeaba. Ella había empezado a entender, de la mano del hada de fuego, que hay formas diferentes de vivirla y que en algunos lugares, como la Tierra de Lux, el espíritu de la navidad no se basa en lo que dicen la tres sombras (MAN, DA, TO). ¿Pero en Falsía? ¿Qué pasaría si desapareciera el espíritu navideño? 

En alguna de estas cavilaciones estaba Marina cuando el sueño le venció. Repuso fuerzas en el camino de vuelta en el coche y al llegar a casa su mamá y su papá la dejaron en la cama, durmiendo plácidamente hasta la mañana siguiente… O al menos eso pensaron. 

Los ojos de Marina no tardaron en abrirse. Y su atención se posó en su libro de viajes favorito; de nuevo una luz, una esfera y su querida hada de fuego surgieron del libro. Esta vez no hubo miedo o incertidumbre y sí una estela de ilusión. Marina sabía que ahí empezaría una nueva oportunidad de encontrar respuestas a muchas de sus dudas.

– Marina, me alegro mucho de volver a verte. Veo que has crecido por fuera y que en tu interior también ha crecido el interés por saber. Mi intuición me ha llevado a estar cerca de ti desde hace unos días, por eso sé que no entiendes muy bien por qué los mayores le dan tan poca importancia a algo que podría ser terrible.

– No puedo imaginarme la navidad sin alegría. Ya me explicaste el año pasado que mucha gente en la Tierra de Lux la vive de forma diferente a como la vivimos aquí en Falsía, pero no me gusta esa idea.

– ¿Por qué?

– Porque me da miedo que todo sea triste o que no podamos celebrar la navidad. 

– Ese miedo es normal Marina. No eres la única que lo siente. Tú papá y tu mamá también lo sienten.

– Pues no lo parece.

– Claro, porque los mayores también aprenden trucos fáciles para los días duros. A tu mamá y a tu papá les da miedo dejar de celebrar la navidad como siempre la han celebrado, por eso cuando escuchan esos titulares de los periódicos hacen como si no les importara. Pero sí les importa.

– Entonces, ¿es verdad que el espíritu de la navidad está en peligro? ¿Y eso de que van a hacer una ley que prohíba estar alegre?

– Podría ser. Pero nunca ha sido. Se trata de un miedo ancestral, porque el espíritu de la navidad existe desde mucho antes de que existiera la navidad.

– Eso que dices es muy raro.

– Lo sé. Para que lo entiendas mejor, te contaré una historia. 

Y ambas se sumergieron en el libro de viajes.

Y se remontaron a un tiempo en el que lo que hoy llamamos navidad se llamaba Saturnales. Y en el que se celebraba el solsticio de invierno: las noches más largas del año daban paso a más horas de luz;, las siembras del invierno terminaban y todo el mundo podía tomarse unos días libres que aprovechaban para descansar, viajar al encuentro de sus familiares y amigos e intercambiar regalos como muestra de alegría y generosidad.

Mientras se acercaban a la Tierra de Lux, Marina no salía de su asombro. ¡Todo lo que le contaba su hada de fuego le resultaba tan familiar!

– Pero no todo era fiesta Marina. Muchas veces, cuando algo alegre ocurre alrededor, también crece en nuestro interior una sensación de miedo. Lo llaman “alegría agorera”; es la sensación de que entre tantas cosas buenas, algo malo ocurrirá.

– Eso me dicen a veces mamá y papá. Que no es bueno estar tan contenta ni ilusionarme mucho por las cosas porque si después no consigo lo que quiero, va a ser peor.

– Eso dicen los mayores. Pero no es verdad. Lo decimos porque nos cuesta mucho aceptar que la alegría y la tristeza, lo bueno y lo malo, ganar y perder cosas… son sensaciones que conviven. Es lo normal. Y por eso creamos trucos para no pensarlo. ¿Te acuerdas de MAN, DA y TO?

– Sí. Eran las sombras de las que me hablaste el año pasado.

– Eso es. Son normas que mucha gente se obliga a cumplir para no sentir miedo: si las cumplimos, todo irá bien. Pero, ¿sabes una cosa? Mucha gente las cumple y, aún así, se sienten mal.

– ¿Y qué hacen?  

– Muchos lo aceptan y viven en Falsía; con miedo o sin él, disfrutando más o menos. Recuerda que no hay una forma buena o mala de vivir la navidad. Pero conozco la historia de otras personas que decidieron reconocer su miedo, aceptarlo y comprobar qué pasaría si dejaban de seguir a MAN, DA y TO. 

– Quiero que me cuentes esas historias. 

– Son muchas Marina; te contaré las más recientes, que son historias similares a las de otras personas que, a su vez, siguieron la estela de otras muchas.

¿Sabes que algunas niñas y niños como tú no van al cole el último día antes de navidad?  Renuncian a los regalos, las actuaciones, los disfraces… y también a las peleas de mamis y papis por ver quién hace el mejor regalo a la profe o quién se gasta más dinero en chuches o en juguetes que se rompen antes de jugar con ellos. Berta y Rubén no saben aún de qué va esto. Sus mamás y sus papás sí, y ya no le tienen miedo a no participar. A cambio, aprovechan para pasar más tiempo juntos o para viajar a visitar a otros familiares que viven lejos. 

También hay gente adulta que cambia su forma de celebrar la navidad, como Asmara. Hace tiempo empezó a darse cuenta de que su papá y su mamá se hacían mayores y cuando llegaban estas fechas, no tenían muchas ganas de cocinar, decorar la casa, hacer regalos… Los veía un poco tristes y pensó “¿y si en vez de cocinar, decorar y regalar ellos para mí, lo hago yo para ellos?” Rápidamente recibió advertencias de otras personas: “no va a salir bien”; “eso es demasiada carga para ti”. Y ella les respondió: “Ya no tengo miedo a intentarlo y que no salga bien; para mí la carga era seguir viendo cómo pasan los años, mi madre y mi padre se hacen mayores y nada ni nadie cambia a su alrededor”.

Otra historia muy interesante es la de Pablo: en navidad quiere estar con sus primos pequeños porque le encantan los niños. Pero no le gusta cómo los trata su padre en las cenas, las comidas… “¡Ponte recto en la mesa!”. “¡Una señorita no sorbe la sopa!”. “El año que viene no volverá a pasar lo mismo, ¡qué imagen dais!”. Y dicho y hecho: Pablo decidió proponer planes sólo con los niños, convirtiéndose en una especie de Peter Pan que guía a sus pequeños primos al País de Nunca Jamás, donde no importa si alguien hace ruido al tomar la sopa y la comida se puede comer de pie, tumbado o sentado. “Ya no tengo miedo a decir que no me apetece estar con mis tíos porque ahora me guía la ilusión de estar con mis primos”.

También hay quien vive lejos de su lugar de origen y al llegar estas fechas se pregunta: ¿Me quedo? ¿Me voy?  ¿Invito a mi gente a visitarme? Eirina tenía cada año más dudas hasta que tomó una decisión: “mi tiempo es mío. Y lo compartiré con quien me entienda y no me exija cosas que ellos mismos no me dan”. Y así fue como planificó su navidad: en su casa, con la visita de una amiga que hace tiempo vive en la Tierra de Lux y, como su tiempo es suyo y de nadie más, visitará más adelante a su madre para celebrar su cumpleaños juntas. Así se lo cuenta a quienes la comprenden; y ya no tiene miedo a quienes la puedan juzgar. A ellos les cuenta una historia muy convincente en Falsía: “no puedo viajar porque tengo mucho trabajo”. Y mientras todos asienten convencidos, ella sonríe para sus adentros: “lo que no saben es lo mucho que ya he trabajado en tomar esta decisión”.

Beatriz siempre pensó que tenía que estar donde le decían que tenía que estar. Y por estas fechas, aunque un malestar grande se le instalaba en el estómago y le avisaba de que eso no era justo, ella lo ignoraba. Y después de las cenas o de las comidas de navidad el malestar se convertía en una gran bola de fuego que recorría su cuerpo y le hacía irse a su casa enfadada y triste con ella misma por haber caído de nuevo en la trampa. Ahora sabe que puede elegir, y eso le tranquiliza. “Ya no tengo miedo a sentirme indefensa porque sé que puedo no estar donde no quiero estar. Y si estoy, puedo estar el tiempo que quiera e irme cuando quiera”. Y la gran bola de fuego se convierte en una pequeña antorcha que ilumina su camino.

Y termino con la historia de Sol, que antes se tomaba totalmente en serio lo que decían de ella sus tíos y primos y se enfadaba con su madre por no defenderla. Gente que no la veía nunca y que en las cenas de navidad se atrevían a criticarla por su trabajo de “artista”, por cómo cuidaba a su madre o por si tenía novia, novio o novie. Ya se ha quitado el miedo a ir a esas celebraciones porque ahora se imagina a esas mismas personas diciéndole esas mismas cosas… con la voz del Pato Donald. Y no puede parar de reír sentada junto a su madre, a la que ha perdonado. “Mamá, ahora entiendo que no debió ser fácil crecer en una familia así. Y también sé que compartir estas risas contigo es el verdadero motivo de celebración”.    

– Entonces, el truco está en vencer los miedos.

– Eso es Marina, y eso puede llevar mucho tiempo. Recuerda que las normas de las sombras están ahí para quitarnos el miedo de que algo malo pase en navidad. Pero cada uno somos libres de vencer nuestros miedos decidiendo qué normas sigues y cuáles no para crear tu propia navidad, que será sólo tuya y será tuya para siempre. 

Ahora vuelve a tu libro de viajes favorito, sigue la estela de la luz de antorcha y regresa a tu cama. Y recuerda que la Tierra de Lux te seguirá esperando para cuando quieras visitarla e inspirarte en estas bonitas historias y en otras muchas que están por venir.

Fin

* Este relato da continuidad al que escribí hace un año e incorpora las historias de muchas de las personas con las que trabajo en terapia, que me siguen inspirando para revisitar la Tierra de Lux y me ayudan a crear mi propia navidad.  

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