Advertencia: probablemente el contenido de este cuento es poco apto para amantes de la navidad. No pretendo con ello ofender a nadie por su forma de vivir estas fechas ni señalar cuál es la manera más adecuada de hacerlo. Simplemente trato de recoger otro tipo de vivencias propias de esta festividad y de las que se suele hablar poco, pero que están muy presentes en las sesiones de terapia en estas fechas y que, en muchas ocasiones, dejan secuelas anímicas cuando pasan la magia y las celebraciones. Y es que, sí, las emociones también tienen su cuesta de enero.
– Mamá, papá, ¿por qué cuando se acerca la navidad invitáis a casa a gente de la familia a la que no vemos en todo el año? Siempre decís que no os caen bien y que, si pudiérais, no los invitaríais.
– Bueno Marina, es que es navidad, es una época en la que hay que pasar tiempo con la familia.
– ¿Y por qué compráis tanta comida y tan rara? Algunos platos a mí no me gustan nada… Y otros que me encantan no los hacéis el resto del año…
– Hija, en navidad todos hacemos un esfuerzo por comer cosas ricas y diferentes.
– ¿Y lo de los regalos? ¡Eso sí que me encanta! ¡Cajas, muñecas, juguetes! Aunque también me encantaría que los reyes magos y papá noel me regalasen cosas todo el año.
– Es que en navidad tenemos que ser un poco más generosos, por eso papá noel y los reyes magos te traen muchos regalos.
– Vale, ya entiendo. Entonces en navidad hay que estar con gente que no nos cae bien, esforzarnos por comprar un montón de comida, aunque no nos guste mucho, y tenemos que ser generosos…
La conclusión de Marina dejó contrariados a su madre y a su padre. Pero pensaron que se le olvidaría pronto (porque ya se sabe: los adultos pensamos que los niños y las niñas no se enteran mucho de las cosas) y que esta navidad sería como cualquier otra.
Pero se equivocaban. Aquella noche Marina no paró de dar vueltas a su cabecita. En ella resonaban varias palabras: “hay que”, “esforzarnos”, “tenemos que”…
Y justo cuando empezaba a llegarle el sueño, escuchó un extraño ruido. De su libro de viajes favorito surgió una luz con forma de esfera: un hada de fuego se dirigió a ella con voz dulce y firme:
– Marina, sé que eres inquieta y que te haces muchas preguntas. También sé que los adultos no siempre te dan las respuestas que te gustaría. En mi esencia está transmitir fuerza, luz y valentía, algo que tú necesitas para encontrar esas respuestas en otros lugares. Si quieres seguirme, seré tu guía.
– Seguirte, ¿a dónde? -preguntó Marina adormilada.
– A la Tierra de Lux, un lugar en el que no existen frases que empiecen por “hay que”, “tenemos que” o “deberíamos”. Ni en navidad ni en el resto del año. Y donde los esfuerzos sólo se hacen para lograr aquello que de verdad nos satisface -respondió el hada.
– Iré contigo.
El hada de fuego cogió la mano de Marina y juntas se sumergieron en su libro de viajes favorito.
Al llegar a la Tierra de Lux se detuvieron a contemplar el lugar. A primera vista no parecía muy diferente de Falsía, el lugar en el que vivía Marina.
Pero entonces el hada le contó un secreto.
Marina, en la Tierra de Lux, la gente pasa la navidad con quien realmente quiere, come lo que le apetece y regala aquello que de verdad importa a las persona que de verdad le importan. Y esto es posible porque aquí no habitan las tres grandes sombras que imponen sus ideas en Falsía.
¿Y quiénes son esas tres sombras? -preguntó Marina.
Son seres que pasan desapercibidos el resto del año. Cuando llega la navidad salen a la calle y se pegan a las paredes de cada rincón: en las casas, en los escaparates, en los colegios, en la tele, la radio, Internet… Sin darnos cuenta, nos están diciendo lo que tenemos que hacer.
Son tres y cada una tiene un nombre: MAN, DA y TO.
MAN se encarga de recordarnos cómo tenemos que relacionarnos con la familia en navidad. Lo hace repitiendo muchas veces palabras como “hogar”, “seres queridos”, “fraternal”, “celebración”… Hasta que, sin darte cuenta, estás sentada a la mesa con familiares a los que no ves en todo el año y que ni siquiera tienen por qué caerte bien.
DA es la guardiana de las normas sociales. Nos explica cómo tenemos que relacionarnos con los demás y lo que debemos sentir: “ilusión”, “paz”, “alegría”, “brindar”, “oportunidades”, “deseos”… Y así, mucha gente se ve sonriendo con un gorro de papá noel en la cabeza posando para una foto que le está haciendo alguien a quien no conoce.
TO es la sombra encargada de empujarnos a consumir. No para de susurrarnos al oído “regalos”, “generosidad”, “millones”, “prosperidad”, “compras navideñas”… Por eso muchas casas se llenan de envoltorios con regalos que a veces ni llegamos a abrir.
– Por eso mamá y papá me decían aquellas cosas sobre la navidad cuando les pregunté.
– Claro. Tu mamá y tu papá piensan que no pueden saltarse esas normas que imponen MAN, DA y TO porque entonces algo malo pasará. Pero no es así.
La gente que vive en la Tierra de Lux dejó de cumplir esas normas hace tiempo: hay quien encuentra la alegría en navidad a su manera; quien no la celebra porque no cree en sus rituales; quien está deseando que termine; quien se enfada mucho en estas fechas y se le pone cara de Grinch….
Marina no salía de su asombro.
También hay mucha gente que se siente triste porque echa especialmente de menos a sus seres queridos en estas fechas. Y, ¿sabes qué? ¡Lo dicen! Lloran, los recuerdan, les ponen velas o un cubierto en la mesa aunque esos seres ya no estén. O, directamente, deciden no celebrar porque no se sienten con ánimo.
También hay quien añora su infancia porque celebraba la navidad con mucha gente con la que ahora no tiene trato…
Toda la gente que vive en la Tierra de Lux algún día vivió en Falsía. Y están aquí ahora porque, como tú, no entendían bien las respuestas que les daban a sus preguntas. Por eso, guiadas por una luz interior, hicieron un largo viaje y lo que encontraron les gustó: en la Tierra de Lux pueden elegir cómo pasar la navidad; nadie aquí les va a juzgar por ello.
Marina empezaba a entender muchas cosas, pero le asaltaba una duda:
– Entonces, ¿los que vivimos en Falsía nunca podremos disfrutar de la navidad?
– Claro que sí -respondió el hada. En Falsía hay gente que se siente bien siendo generosa o viendo a la familia sólo en navidad, aunque el resto del año no lo haga.
– Pero eso está mal, ¿no? ¡A mí no me gustan esas sombras ni esas normas de Falsía!
– Pero hay mucha gente a las que esas normas les parecen bien y deciden seguirlas. Y se sienten felices con ello. Creen de corazón en las normas que les marca MAN, DA y TO y disfrutan así de la navidad.
Marina, las normas de las sombras son las que son, y tú decides las que sigues y las que no. Recuerda que cuando se acercan estas fechas las sombras son muy insistentes y no es fácil llevarles la contraria. Por eso la gente que, como tú, se siente atrapada en Falsía, necesita hacer un largo viaje para descubrir un lugar en el que encontrar respuestas a sus dudas y vivir la navidad a su manera.
Y ese es el lugar que tienes delante: la Tierra de Lux.
Así que cuando en navidad te obliguen a estar con quien no quieres, a comer algo que no te apetece “porque es navidad”, te regalen mil cosas de las que te olvidarás al día siguiente, te sientas triste o eches de menos a alguien y no te atrevas a decirlo “porque es navidad”, puedes entrar en tu libro de viajes favorito, seguir la estela de una luz de antorcha y viajar a la Tierra de Lux a vivir la navidad como tú quieras vivirla.
Fin
* Este relato está inspirado en “Cuento de Navidad” de Charles Dickens, en el testimonio de tantas y tantas personas con las que trabajo en terapia y que me han permitido viajar con ellas a la Tierra de Lux y también en mis propias vivencias navideñas.